Bajo una encina desolada, entre la cebada seca, comenzó la creación. El sol pesaba sobre las nubes y los kilómetros, en las tripas y el motor. Pero había una luz en aquel tronco, en aquellas espigas y en aquellos ojos que sólo podía conservarse con un buen enfoque, el pulso firme y mucha pasión.
Con las pilas saciadas y el trasfondo de la tradición, las desgastadas piedras se convirtieron en el escenario de la ternura y el recuerdo. Cogidos de la mano, entre desvencijadas puertas, firmes paratas y frescas macetas, Laura y Félix sonrieron, observaron y apretaron su calor. Ni una loma, ni un almendro ni un rincón de Almaciles, frontera de tantas raíces, quedaron lejos de ese encuadre, de ese instinto, de esa afirmación.
Sobre el viejo puente y la fina brisa, mirando al cielo, la pareja dijo adiós. Atrás quedaba un camino de saltos, manos apretadas, nervios y alegría. Delante, una carretera de palmeras, enlaces e ilusión.
Jun 17.2014 / 4:36 pm /
Javier donde pones el ojo pones la Bala. Sentir para poder disparar y congelar el instante en el preciso momento es lo que diferencia al fotógrafo de un gran fotógrafo. Sigue así campeón.
Un abrazo. Felices Cliks.